Bartleby Editores.
Madrid. 2010
48/45 páginas. 11 euros.
Perra mentirosa y Hardcore son la ópera prima poética de la madrileña Marta Sanz, una narradora curtida, con siete novelas y un libro de cuentos publicados. Esta edición recoge sus dos primeros poemarios, presentados como la cara y cruz de una misma moneda poética, lanzada al aire por Sanz siguiendo los mismos parámetros que caracterizan a sus novelas y cuentos: la congruencia con sus postulados creativos; la transgresión; el rastreo medular de la condición humana con un estilo agudo, afilado, a veces hiriente.
Así, por ejemplo, si Susana y los viejos, con la que Marta Sanz fue finalista en el Premio Nadal 2006, indagaba sobre la decrepitud, la vejez, la enfermedad y la muerte, Perra mentirosa habla de la decadencia del cuerpo, de “los pechos que se caen y los/pliegues del vientre”. De la vejez vislumbrada, cuando “la carne va oliendo a rancio” y te ves a ti misma con “una toquilla alrededor de los hombros”. De cáncer, hospitales y cuentagotas… Se trata, pues, de una poesía orgánica, grasienta, llena de fluidos y excrecencias, que nos pone delante del espejo para que entreveamos lo que en realidad somos más allá de las mentiras que todos nos contamos cuando, por supervivencia, jugamos a ser “una perra mentirosa”.
En la cara de esta cruz de poemas perros, que Sanz nos ladra al oído y sin el bozal de los tabúes, se encuentra Hardcore. Más sexual. De intencionalidad pornográfica, como Perra mentirosa, porque la autora trata de desnudar mentiras hasta dejar en cueros esas verdades vertiginosas que nos rozan cuando nos ponen al borde de las grandes preguntas (“Lo más divertido es…/¿lo que más duele/o lo que más daña?) y las grandes respuestas (“A veces/lo más inquietante/no es/lo que más importa”). Poesía de una sexualidad en lucha, rencorosa, a la defensiva, que presenta a los hombres como seres extraños e incomprensibles. Hombres “Que están ahí/y que me hacen temblar cuando me cercan/con palabras/que no entiendo/y que a menudo/no sé/cuántas cosas/significan”. Poesía sensorial, sin tapujos, más allá de la realidad epidérmica y del perfume, siempre engañoso. En definitiva, poesía de primer plano, descarnada, provocadora y lúcida de esta escritora, partidaria declarada de “los poemas ariscos que ni son un libro abierto ni encierran su significado dentro de una cripta”.
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