Traducción de Carlos José Restrepo
Alfaguara. Madrid. 2010
302 páginas. 19,50 euros
Gay Talese (Ocean City, 1932) recopila en Retratos y encuentros algunos de sus más célebres reportajes como “escritor de no ficción que practica la literatura de la realidad”. Heredero de la minuciosidad de su padre, un sastre calabrés reservado y caballeroso, y de la curiosidad infinita de su madre, una italo-americana que le enseñó a “escuchar con paciencia y cuidado y a no interrumpir nunca”, la mirada y la sensibilidad de este “norteamericano pueblerino” bordan en este libro algunos retratos memorables de iconos de la cultura como Frank Sinatra o Peter O’Toole, y del deporte, como Joe DiMaggio y Muhammad Alí. Retratos escritos con puntadas cortas, desde el detalle, en los que se entrevé la pasión de Talese por la verdad.
Desde la portada, el “padre”, según Tom Wolfe, del nuevo periodismo sonríe a sus lectores ataviado como es habitual en él. Traje hecho a medida. Chaleco. Pañuelo de seda asomando por el bolsillo izquierdo de la chaqueta. Sombrero. Como salido de una película de cine negro americano. Dentro, su pluma de gentleman radiografía con pulso firme verdades como la de Mohammad Alí cuando, a los 54 años y enfermo ya de Parkinson, viajó a Cuba para participar en una misión humanitaria. El ex campeón del mundo de los pesos pesados, fanfarrón, provocador y locuaz en sus años de boxeador, es, cuando lo retrata Talese, un tipo al que lleva treinta segundos escribir su autógrafo a los admiradores. Alguien que, cuando es recibido por Fidel Castro, no es capaz de decir palabra. O la verdad de Sinatra. “El jefe. Il Padrone”, le llama Talese en Frank Sinatra está resfriado, en el que retrata a la estrella cuando está a punto de grabar un especial para la NBC, expectante y tenso ante la posibilidad de que la congestión nasal afecte a su voz.
Sin embargo, Talese brilla especialmente cuando perfila la vida cotidiana de la gente “común”. Se nota que le gusta buscar sus historias entre “la población desatendida, no noticiable, que está por todas partes pero que rara vez es tenida en cuenta por los periodistas”. Y lo hace como nadie. Lástima que en esta antología magistral, periodismo literario en estado puro, los retratados sean siempre hombres y que las mujeres que transitan, como sombras fugaces, por sus páginas lo hagan siempre en calidad de madres o esposas.
Lee las primeras páginas de Retratos y encuentros.
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