
Recordemos brevemente la trama de la novela de Barnes. En la primera parte, el protagonista, Tony Ebster, rememora sus tiempos de colegio en Londres y su amistad adolescente con tres chicos, que se mantiene durante la universidad, en los años sesenta, y con las primeras novias, hasta que aparece Veronica. En uno de los primeros encuentros entre Tony y Veronica, la chica inspecciona, con el ceño fruncido y espíritu crítico, la colección de discos de Tony: “No me salvó haber escondido la Obertura 1812 y la banda sonora de Un hombre y una mujer. Ya había suficiente material dudoso antes incluso de que ella llegara a mi amplia sección de pop: Elvis, los Beatles, los Stones (a ellos seguro que nadie les pondría reparos), pero también los Hollies, los Animals, los Moody Blues y un disco doble de Donovan titulado (en letra más pequeña) Un regalo de una flor a un jardín”. Oigamos:
The Moody Blues - Nights in White Satin por zepequeno02
Seguimos con esta extraña pareja, con sus tocadiscos automáticos, sus discos de 45 revoluciones y sus discrepancias que son mucho más que musicales. Veronica es una chica “puñeteramente difícil” de pantorrillas redondas y musculosas. Según Tony, “ella tenía un tocadiscos Black Box en lugar de mi Dansette y mejor gusto musical que yo: es decir, ella despreciaba a Dvořák y a Chaikovski, a los que yo adoraba, y poseía algunos elepés de coros y lieder”.