Este ensayo-réquiem del novelista Luis Goytisolo (Barcelona,
1935) ha desatado la polémica, aunque apenas cuenta nada nuevo. Nada que muchos
antes que él, y él mismo en una conferencia que pronunció en Quebec hace más de
veinte años, no hayan dicho ya: la novela, un género de contornos desdibujados
que cristalizó hace poco más de cuatrocientos años, se muere. Entró en crisis en
la segunda mitad del siglo XX y todo indica que tiene los días contados. Y, ¿cuáles
son los síntomas que llevan al autor a tan apocalíptico diagnóstico? Goytisolo
apunta fundamentalmente tres. Uno, la proliferación de los best-seller,
“novelas de consumo” con las que el “mercantilizado” mundo editorial trata de
recuperar lectores, paralela a la “cada vez más rara” aparición de novelas de
verdadera entidad y su falta de renovación, porque ya no se abren nuevos
caminos sino que solo se utilizan viejas fórmulas. Dos, la evolución de los
hábitos sociales, que priman el consumo de productos audiovisuales (juegos de
consola y de ordenador, internet, móvil) frente a la lectura. Y tres, la
creciente ignorancia de los lectores alimentada por planes de estudio que han
relegado materias improductivas como
la historia o la filosofía, imprescindibles para alimentar el hábito lector. En
conclusión: cada vez se lee menos novela y de peor calidad.
Aunque comparto algunos de los planteamientos del septuagenario
narrador, que por cierto no termina de argumentar con solidez cuál es su juicio
sobre la naturaleza de la novela que da título a esta obra, su ensayo tiene ese
aire de trinchera que acompaña muchas veces a los narradores veteranos,
aferrados a un tiempo (el suyo) y unas formas (las propias) que ya no son o
están dejando de ser. Porque, pese a lo que dice Goytisolo, lo cierto es que se
siguen escribiendo novelas maravillosas, como también hay películas magníficas
aunque se parezcan poco a las de antes.
Por haber, incluso hay tomates que siguen sabiendo a tomate.
La novela está cambiando y la forma de leerla también, pero
sinceramente desconfío de los viejos narradores analógicos, fijos y físicos,
empeñados en leer la temperatura de un género con sus obsoletos termómetros de
mercurio mientras dan la extremaunción a este género mutante y en constante
renovación. Fin de la consideración sobre esta parte del ensayo, la más
interesante, que arranca en la página 159 y se prolonga durante una treintena
de páginas.
Respecto a las ciento sesenta páginas previas, el autor de
Antagonía hace un sintético recuento de las fuentes de la novela desde su
origen, apoyándose para ello en fragmentos de Platón, Tácito, Homero, la
Biblia… La contratapa dice que estamos ante “un ensayo sobre la novela que se
lee como una novela”. No se lo crean.
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3 comentarios:
¡Ay!
"Nuestra juventud es decadente e indisciplinada. Los hijos no escuchan ya los consejos de los mayores. El fin de los tiempos está próximo."
Anónimo caldeo, hacia el año 2000 a. C.
Je Je, abrazos Carmen.
El tema de la muerte de la novela es recurrente. Rafael Chirbes en El novelista perplejo (Anagrama, 2002) menciona esta afirmación de Goytisolo. Pero antes, Ortega y Gasset Gasset afirmaba que «es prácticamente imposible hallar nuevos temas. He aquí el primer factor de la enorme dificultad objetiva y personal que supone componer una novela aceptable en la presente altitud de los tiempos» (Ideas sobre el teatro y la novela, Alianza editorial, Madrid, 1982. P.18). Y aquí estamos porque el afán de escribir parte de una rebeldía, de unas ganas de ver las cosas de otra manera...
El tema de la muerte de la novela es recurrente. Rafael Chirbes en El novelista perplejo (Anagrama, 2002) menciona esta afirmación de Goytisolo. Pero antes, Ortega y Gasset Gasset afirmaba que «es prácticamente imposible hallar nuevos temas. He aquí el primer factor de la enorme dificultad objetiva y personal que supone componer una novela aceptable en la presente altitud de los tiempos» (Ideas sobre el teatro y la novela, Alianza editorial, Madrid, 1982. P.18). Y aquí estamos porque el afán de escribir parte de una rebeldía, de unas ganas de ver las cosas de otra manera...
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