Hoy visita El mono lector una nueva Firma invitada. Hace demasiado calor para preámbulos, así que os dejo con ella. Disfrutad con la lectura:
OLGA ÁLVAREZ RUBIO
En algún punto de mi trayectoria de lectora he
sentido un encuentro con una obra escrita determinante para el desarrollo de mi
personalidad. El artífice de dicha obra se hacía cómplice de mi desarrollo
intelectual y, en no pocas ocasiones, emocional; de tal modo que cuando consigo
comprender la razón de mi identificación con su escritura, abandono toda
reiteración por hábito y comienzo a perseguir únicamente su disfrute.
La influencia de estas lecturas no se detiene
en la mera actitud pasiva del receptor, sino que actúa como una fuerza
vectorial que me empuja a expresar lo que he asimilado a través de una forma
artística, del tipo que sea, pero principalmente la escrita. La consolidación
del gusto a través del conocimiento y del disfrute genera el deseo de buscar
una forma para expresarlo o manifestarlo. Si la forma de expresión es artística,
entonces estamos ante lo que llamo comprensión
del acto o hecho artístico: en mi deseo de compartir conocimiento –como
para romper mi aislamiento de la realidad— tiendo un puente con el colectivo,
mediante una forma tangible que me dé pruebas de que no estoy sola en esa comprensión
y, en definitiva, en mi sentir y existir de tal modo artístico.
Esto que acabo de describir en primera
persona es lo que llamo en mi estudio el
fenómeno del arte literario como signo: un lector de una naturaleza dada, con
una inclinación a expresarse a través de la forma artística, expande su
capacidad creativa exponencialmente mediante sucesivos encuentros literarios.
Tal fenómeno se produce porque en la persona del que escribe, de aquellos que
leemos y nos inspiran, conviven dos facetas del individuo, el artista y el
artesano, que no caminan hacia nosotros con las manos vacías: por una parte
está el artista, que es mediador del
arte y de la transmisión de herencias culturales mediante su escritura. A
través de su autoría, estas herencias se transmiten de manera coherente a su
mundo, su pensamiento y su experiencia; por otra parte está el artesano, que es artífice de una obra en
la que se soportan herencias culturales comunes a un espacio-tiempo colectivo.
En el conjunto de estas dos facetas el escritor
acumula la experiencia cultural que le es necesaria al lector, y en la medida
en que una de estas facetas pesa más que la otra en su obra, esta misma tendrá
una determinada relevancia para el lector en el desarrollo de su personalidad y
de su propia capacidad creativa.
Sobre
mí
Me
licencié en Filología Inglesa en 1990 por la Universidad
Complutense de Madrid. Completé los cursos de Doctorado en
Lingüística en 1993. Mi
vida laboral y privada no me permitieron realizar la tesis hasta el 2011,
momento en el que encontré un tema lo suficientemente envolvente como para
acometer la tarea de escribir un libro que encerrase mi verdadera pasión por la
lectura y escritura, y viceversa. Actualmente realizo la tesis por la Facultad de Periodismo de
la UCM. Mientras
tanto, desde el 2004, he combinado mis tareas como profesora de inglés,
traductora y editora de mi propia cosecha. De todo ello he aprendido y de todo
ello espero seguir aprendiendo.
0 comentarios:
Publicar un comentario