foto Tamara Calleja |
El mono lector inaugura hoy sección. Se llama Firma invitada y nace para incorporar otras visiones y reflexiones sobre la creación literaria y el mundo editorial. Hoy toma la palabra un compañero. El escritor Javier Arriero Retamar (ver nota bio-bibliográfica al final).
JAVIER ARRIERO RETAMAR
Nos quedaría la crítica. Pero la crítica
ejercida en los medios es interesada, y la crítica interesada no es crítica.
Cuando los suplementos culturales anuncian las repetitivas listas anuales de las
mejoras obras del año parten al mismo tiempo de una imposibilidad y de una
falacia; ningún crítico ha leído todas las obras publicadas en el año. Por
tanto, lo que anuncian (pues de un anuncio se trata, es decir, de publicidad)
no son las mejores obras del año; son las obras que los medios pretenden vendernos
ese año.
En este negocio el eslabón más débil es
(siempre ha sido) el autor. Nada existe sin él, pero sólo obtiene un 10% del
importe de las ventas de su obra, cuando lo obtiene, pese a que cede todos los
derechos de reproducción prácticamente a perpetuidad. Lo que eso significa es
que la inmensa mayoría de los autores, es decir, todos aquellos que no están
respaldados por una poderosa industria editorial y, por tanto, por una intensa
publicidad, perciben el equivalente práctico a cero por su obra. Una pizca
simbólica que pueda figurar en un contrato para que haga la cesión de derechos
legal. Pero el autor no tiene (no tenía) otra alternativa que aceptarlo, si
quería que su obra llegara a los lectores, que es la verdadera aspiración de un
autor legítimo. ¿Queréis ver a un ser humano exageradamente generoso? Mirad a
un autor cualquiera cuya cara no salga asiduamente en los medios de
comunicación. Trabaja años en una obra sincera y honesta que puedan habitar los
lectores, y lo hace gratis. Puede que el lector pague una abultada suma por ese
tomo de papel en la librería, pero está pagando a la tienda, a la distribuidora
y a la editorial. Al autor le llega calderilla.
Todo esto era antes. En realidad, sigue siéndolo.
Pero por primera vez hay alternativa, y un futuro posible que hace posible la
literatura. El autor ya no necesita alienar su obra. No tiene que imponerse a
sí mismo la censura, sutil, pero poderosa, que implica escribir buscando la aceptación
de una editorial, lo que supone escribir con un ojo en la comercialidad de su
obra, término éste, como mínimo, subjetivo, y en cualquier caso, alienante. Por
primera vez, quizá por primera vez en la historia, los autores son (somos)
libres. Pueden publicar su obra sin filtros espurios, y, además, sin coste. Y
la libertad de los autores es también la libertad de los lectores; ya no
tenemos que leer únicamente lo que algunos deciden que ha de leerse porque eso
es lo único que copa la mesa de novedades.
El futuro de la literatura se llama libro
electrónico.
Y quien quiera publicar, que publique, y
quien quiera leerlo, que lea. En eso consiste la verdadera libertad. Y todo lo
demás son mentiras.
Esta es la obra que yo os ofrezco libremente,
y no hablaré de ella, porque no soy quién para hacerlo. Desde el momento en que
la publiqué, os pertenece a vosotros; a todos los lectores que, libremente,
deseen habitarla.
Lo que ocultan los paraguas (2012) es su última obra publicada.
0 comentarios:
Publicar un comentario