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viernes, 12 de mayo de 2017
lunes, 19 de octubre de 2015
Pilar Adón: “A nuestros demonios les encanta mandar sobre nosotros, pero lo más sensato es relegarlos a un rincón donde no den la lata”
copy Ignacio Gil |
Pilar Adón (Madrid, 1971) ha publicado los
libros de relatos El mes más cruel (Impedimenta, 2010),
por el que fue nombrada Nuevo Talento Fnac, y Viajes Inocentes (Páginas
de Espuma, 2005), por el que obtuvo el Premio Ojo
Crítico de Narrativa, así como la novela Las hijas de
Sara (Alianza, 2003), considerada una de las diez mejores obras
de ese año. Ha sido incluida en diversos volúmenes de relato, entre los
que destacan Cuento español actual (1992-2012), recientemente publicado por Cátedra, y
también ha incursionado en la poesía. En 666
invoca a terroríficos Espíritus
familiares, sobre los que ahonda en la siguiente entrevista.
Para quien no haya tenido aún la
ocasión de leerlo, ¿de qué trata Espíritus
familiares?
Para
mí es una historia de terror. Así la concebí y así quise escribirla. Se mezclan
en este relato muchos de los componentes que más me estremecen: el desarraigo
(espacial y sentimental), la soledad absoluta, la pérdida de control de lo que
sucede y la sensación de que lo irracional lo domina todo. Cuando algo no tiene
explicación y, además, no es benéfico sino, como en el caso de este relato,
destructor, funesto, hay pocas vías por las que escapar. Y es necesario hacerlo.
La protagonista de Espíritus familiares
no lo logra y se ve atrapada en una sutil trampa: la de la dependencia, la de
la obediencia debida. Es como si la persiguiera cierto fatalismo que forma parte
de la historia de su familia. Y ella no se puede sustraer a él. Es algo
inevitable. Y es justamente ese elemento de inevitabilidad, de inexorabilidad, lo
que me parece terrorífico.
En algunos de los relatos incluidos
en 666 se nos muestran demonios
familiares e infiernos privados. Habrá quien se pregunte si, en el caso de que
hubieran sido escritos por hombres, ofrecerían quizá una perspectiva más
pública de lo maligno…
No
lo sé. Me parece un tópico decir que la dimensión creativa femenina es más
introspectiva, más sutil, o que los infiernos en las mujeres ocurren de puertas
adentro pues la casa es el campo de juego natural de nuestro devenir. De un
devenir privado. El que hable en mis relatos de espacios cerrados y de
relaciones claustrofóbicas no se debe tanto al hecho de que sea mujer como a
que los conflictos que se desarrollan en el ámbito familiar (con sus sutiles
mecanismos de poder, chantaje y dependencia) me resultan más interesantes y
desgarradores que los que se puedan ocasionar en cualquier otro ámbito. Aunque
también podrían tener lugar en un colegio o entre los miembros de la
tripulación de un barco que navega por el océano, lugares más públicos, pero
también cercados. En cualquier espacio en el que se escenifique una jerarquía y
unas relaciones de poder muy marcadas.
Cuando Fausto firma el contrato
con Mefistófeles, descubre en su brazo la inscripción “Homo fuge” (hombre
huye). La protagonista de Espíritus
familiares, Rebeca, es una joven universitaria en fuga. ¿Se puede huir del
dolor que “succiona y aniquila”?
Lo mejor es no caer en él. No buscarlo ni provocarlo con
actitudes mentales poco sanas. Influidos por la cultura occidental, por las
religiones del Libro, seguimos arrastrando la creencia de que estamos en este
mundo para sufrir y purgar algún tipo de pecado original, de cuya sombra no nos
podemos sustraer (nos toca pagar por ser hombres y ser libres). La culpa nos
acompaña durante toda nuestra vida, y sólo nos libraremos de ella en la
siguiente. Sin embargo, huir de ese destino es lo que nos hace verdaderamente
humanos. Es entonces cuando descubrimos que las salidas no están lejos, y que es
aquí y ahora cuando debemos librarnos de tanto dolor y de la muda acusación que
constantemente cae sobre nosotros cuando parece que nos “atrevemos” a ser
felices. Soy consciente, en cualquier caso, más allá de aspiraciones y
pretensiones, de que el dolor va con nosotros y de que huir es complicado. Huir,
además, es una palabra que tiene mala prensa. Parece que hay que aguantar lo
que toque e intentar soportarlo con resignación, aunque, de nuevo, creo que ese
aguante vuelve a ser una derivación de unos preceptos religiosos mal
entendidos. Cuando algo no va bien, es mejor intentar cambiarlo. O huir. No
estoy en absoluto de acuerdo con eso de “Más vale lo malo conocido…”
Su relato está lleno de sonidos.
Cierto ruido exterior a Rebeca, conformado por el rugido del viento,sonidos de
neumáticos sobre el asfalto mojado, voces de transeúntes, llantos de niños,
aullidos de perros… Un ruido enunciado que sintoniza bien con el desorden
interno de su protagonista…
El
ruido es una forma más de encarnación del mal, y los que vivimos en Madrid y lo
sufrimos segundo tras segundo lo sabemos bien. Las grandes ciudades pueden ser
desquiciantes, muy agresivas. La ciudad es caos. Es actividad, potencia. El
desorden, la intrusión, esa violencia que forma parte de la atmósfera de las
ciudades que no duermen, me vienen como anillo al dedo para ambientar y caracterizar
el sufrimiento de Rebeca. La electricidad de fondo, el murmullo continuo que
nunca cesa, ese muro sónico que está detrás de nuestra vida cotidiana, son un
reflejo del rumor de pensamientos obsesivos que nos inundan y que nosotros
obviamos porque si no lo hiciéramos, nos volveríamos locos. Hasta que esos
pensamientos toman el control. La reflexión ha de hacerse en silencio. La
creación necesita silencio, al menos exterior y al menos para mí. Sé de otras
escritoras que crean rodeadas del rumor de la ciudad, y que se sienten acogidas
por él. Para mí el ruido es un intruso indeseado.
Si no podemos refugiarnos en la
locura para preservarnos de nuestros demonios, ¿qué nos queda?
La
cordura. Sin duda. Siempre la cordura y la serenidad. A nuestros demonios les
encanta mandar. Mandar sobre nosotros. Conducirnos, llevarnos de la mano por
donde ellos quieren. Pero lo más sensato que podemos hacer es relegarlos a un
rincón donde no den la lata y donde podamos tomarlos como lo que son: entes molestos
a los que hay que ignorar.
En su relato se nos habla de una
barandilla “mojada aunque no hubiera llovido”, un árbol “caprichoso y
descomunal”, criaturas inconcebibles… Sin embargo, lo realmente pavoroso de su
cuento es una especie de amor… que no sé definir. ¿Me ayuda?
Es
el amor a una madre. Con todo lo que conlleva. Aunque parezca lógicamente
inconcebible para el personaje, aunque ella sepa que su madre no está, lo
cierto es que de una manera demencial, irracional, la ve. Habla con ella. Y si
la madre le dice que desaparezca, ella desaparece ya que le parece inimaginable
que su madre pueda buscar el mal para ella. En el fondo, Rebeca siente que
cierra un círculo. Un círculo que se abrió con la muerte de su madre y que
todavía no se había completado. Y, mientras tanto, subsisten la culpa y los
reproches y el hecho de que sienta que no cumplió con su deber en su momento ni con
lo que se esperaba de ella, y que lo más lógico sería estar con quien más
quiere. Y sólo existe una manera de hacerlo. He ahí el elemento terrorífico que
subyace en el relato, bajo mi punto de vista: el deseo de morir, de anularse,
de desaparecer, se encarna en la persona a la que más se quiere de manera
instintiva, por naturaleza. Y esa persona, además, colabora en su destrucción.
‹‹Mi madre es un pez>>, dice
Vardaman Bundren en Mientras agonizo.
¿Qué es, por todos los demonios, la madre de su relato?
Todo
el mundo fantasea con su propia muerte. Y con la muerte de la gente a la que
quiere. Forma parte de nuestras imaginaciones más secretas. Para el catolicismo,
el suicidio es el máximo tabú. Es inconcebible. Es el pecado imperdonable.Sólo
dos seres son capaces de darnos la vida y sólo ellos, en una especie de
razonamiento consecuente,tendrían la supuesta potestad de quitárnosla. Una es
Dios. Otra es nuestra madre. Cuando ya ni siquiera Dios (para el que cree) puede
aportar motivos suficientes para seguir, parece lógico que sea sólo esa persona
física quien pueda autorizarnos a devolver el regalo envenenado. Así, la madre de
Rebeca es la única voz autorizada para pedirle que confíe en ella y que la siga
para acabar de una vez con todo.
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Suburbano Ediciones
miércoles, 29 de abril de 2015
Marta Sanz: “Los fantasmas nunca son sobrenaturales”
Marta Sanz (Madrid, 1967) ha
recibido numerosos premios por su obra, que comprende novela, relato y poesía.
En 2006 quedó finalista del premio Nadal con Susana y los viejos. En
2013 su novela Daniela Astor y la caja negra (Anagrama) obtuvo los
premios Tigre Juan, Cálamo-Otra mirada y Estado Crítico a la mejor novela de
2013. Ahora, en 666, nos ofrece
un Exorcismo contra el terror que,
según dice, siempre “está en la materia y no en lo sobrenatural”.
¿Qué hay detrás de su
relato, titulado Exorcismo?
La sospecha de que las cosas se vuelvan extrañas por efecto de la percepción sensible de la realidad. De que el terror está en la materia y no en lo sobrenatural. La realidad se vuelve siniestra cuando la atraviesa el hambre, la enfermedad, el paro y las alienaciones. Quitarnos esos demonios del cuerpo pasaría por iniciar una revolución en lo colectivo que afectara la moral individual de cada ser humano.
La sospecha de que las cosas se vuelvan extrañas por efecto de la percepción sensible de la realidad. De que el terror está en la materia y no en lo sobrenatural. La realidad se vuelve siniestra cuando la atraviesa el hambre, la enfermedad, el paro y las alienaciones. Quitarnos esos demonios del cuerpo pasaría por iniciar una revolución en lo colectivo que afectara la moral individual de cada ser humano.
¿Hay conjuro posible
para sacarse al demonio de la enfermedad, la vejez y la culpa del cuerpo?
Para curarse de la enfermedad y de la vejez no hay conjuro posible más allá de aspirar generosamente a no amargarles la vida a los demás. Para curarse la culpa, sí, para eso hay conjuros que tienen que ver con la reformulación del sentido de la responsabilidad, y de los conceptos de egoísmo y de una fraternidad laica, no confesional. Para curarse la culpa puede ser muy estimulante la literatura: la visión transgresora que propician ciertos proyectos literarios y muy concretamente el género de terror como parábola política.
Para curarse de la enfermedad y de la vejez no hay conjuro posible más allá de aspirar generosamente a no amargarles la vida a los demás. Para curarse la culpa, sí, para eso hay conjuros que tienen que ver con la reformulación del sentido de la responsabilidad, y de los conceptos de egoísmo y de una fraternidad laica, no confesional. Para curarse la culpa puede ser muy estimulante la literatura: la visión transgresora que propician ciertos proyectos literarios y muy concretamente el género de terror como parábola política.
Su relato cuenta cómo
el diablo se instala entre un padre nonagenario y su hija. Cuando tenemos el
infierno en casa, ¿solo nos queda el Orfidal?
O la eutanasia como acto de compasión hacia el otro o hacia uno mismo.
O la eutanasia como acto de compasión hacia el otro o hacia uno mismo.
Asociamos el mal a
“las guerras y los brokers y los hackers y los lakers y los crackers”, pero los
demonios de Exorcismo son familiares
e íntimos, no sobrenaturales. ¿Estamos condenados?
En efecto, los fantasmas nunca son sobrenaturales: no tienes más que acordarte de la institutriz de Otra vuelta de tuerca o de esa película terrorífica titulada Requiemen la que el entorno fanático en el que se ha criado una mujer la lleva al convencimiento de que está endemoniada. Lo más estremecedor es que la película está basada en un hecho real acaecido en Alemania en los años setenta. En cuanto al carácter íntimo de los demonios, no creo que se pueda separar el yo del nosotros y, en ese sentido, compartimos los fantasmas porque compartimos las carencias, los tabúes, las obsesiones colectivamente. Las represiones individuales, el miedo o la frustración cristalizan entre cuatro paredes y cada uno las vive con una impronta específica, pero no surgen por generación espontánea: tienen que ver con el aquí y con el ahora, con lo común más que con lo singular.
En efecto, los fantasmas nunca son sobrenaturales: no tienes más que acordarte de la institutriz de Otra vuelta de tuerca o de esa película terrorífica titulada Requiemen la que el entorno fanático en el que se ha criado una mujer la lleva al convencimiento de que está endemoniada. Lo más estremecedor es que la película está basada en un hecho real acaecido en Alemania en los años setenta. En cuanto al carácter íntimo de los demonios, no creo que se pueda separar el yo del nosotros y, en ese sentido, compartimos los fantasmas porque compartimos las carencias, los tabúes, las obsesiones colectivamente. Las represiones individuales, el miedo o la frustración cristalizan entre cuatro paredes y cada uno las vive con una impronta específica, pero no surgen por generación espontánea: tienen que ver con el aquí y con el ahora, con lo común más que con lo singular.
¿Por qué sus obras
siempre están llenas de objetos cortantes, como la tijeritas, sacacorchos,
cuchillos, cactus y agujas de Exorcismo?
¿Por qué pinchan tanto?
Supongo que porque me interesa la sangre, lo interior, el cuerpo como corteza que esconde lo obsceno y lo líquido, lo informe, lo que no se puede mostrar y nunca es etéreo sino lacerantemente material, cárnico… A veces siento que mi escritura es un poco baiconiana. En todo caso, para romper la cáscara del cuerpo hacen falta filos.
Supongo que porque me interesa la sangre, lo interior, el cuerpo como corteza que esconde lo obsceno y lo líquido, lo informe, lo que no se puede mostrar y nunca es etéreo sino lacerantemente material, cárnico… A veces siento que mi escritura es un poco baiconiana. En todo caso, para romper la cáscara del cuerpo hacen falta filos.
Articula su relato en
tres partes: Un dolorcillo inexplicable,
Papá y Por encima de tu hombro. Y
numera cada párrafo: 6 la primera parte,
23 la segunda y 6 la tercera. 6-23-6. ¿Se trata de alguna referencia bíblica?
Pues no lo había pensado, pero supongo que los números casi siempre tienen ese efecto mágico: como casi nunca los entendemos, creemos que por debajo esconden mensajes cifrados o referencias ocultas. El oxímoron entre la física y metafísica, la ciencia y la poesía, la música y la religión, el universo que abre la fantasía pitagórica, el misticismo y la numerología forman parte de nuestro imaginario y, por lo que veo funcionan en el texto para sugerir mensajes que en este caso la escritora no había previsto. ¡Bien por la lectora!
Pues no lo había pensado, pero supongo que los números casi siempre tienen ese efecto mágico: como casi nunca los entendemos, creemos que por debajo esconden mensajes cifrados o referencias ocultas. El oxímoron entre la física y metafísica, la ciencia y la poesía, la música y la religión, el universo que abre la fantasía pitagórica, el misticismo y la numerología forman parte de nuestro imaginario y, por lo que veo funcionan en el texto para sugerir mensajes que en este caso la escritora no había previsto. ¡Bien por la lectora!
viernes, 26 de diciembre de 2014
'Editor busca novelas', por Pablo Mazo, editor de Salto de Página
Os presento este curso por videoconferencia de Focus On, que quizá os resulte interesante, porque no suele ser usual que un editor, como Pablo Mazo (Salto de Página), se ofrezca a leer, evaluar, afinar y buscar los sellos o agentes más convenientes para tu obra. Una auténtica oportunidad. Aquí os dejo toda la información:
INTRO
La mayoría de
los cursos o talleres de coaching para escritores vienen ofreciendo
soluciones a problemas “de escritor” abordados desde perspectivas “de escritor”
(técnicas para superar el bloqueo, optimización del tiempo, etc.) Sin
despreciar esta aproximación, nuestra experiencia profesional nos sugiere, no
obstante, que a menudo los principales problemas y demandas de los autores
tienen que ver no tanto con el proceso creativo como con momentos posteriores:
edición, revisión, elaboración y presentación de la propuesta editorial y, en
general, cuestiones prácticas que tienen que ver con la carrera de obstáculos
que comienza precisamente cuando nuestro manuscrito está terminado.
Muchos de estos
obstáculos se deben sencillamente al desconocimiento de los filtros, dinámicas
y rutinas de trabajo propias del mundo editorial, a menudo una especie de “caja
negra” para los autores y que en el contexto actual no hacen sino complicarse y
oscurecerse.
OBJETIVOS
Acercar al autor al objetivo de ver publicada su obra.
METODOLOGÍA
Seleccionaremos los mejores
originales para llevar a cabo con ellos una labor completa de editing, en colaboración con su autor,
hasta el último paso: la publicación.
Focus On
utiliza un sistema profesional de videoconferencia para impartir las
clases. De esta manera podrás participar
en este curso estés donde estés a través de tu ordenador, tablet o móvil con
cámara web y conexión ADSL, sin apenas requerimientos informáticos adicionales.
PROGRAMA
Este coaching será abordado en tres
tiempos:
- Recepción y
valoración de originales. Los
alumnos participantes conocerán la evaluación que realiza el profesor y
editor de Salto de Página sobre
sus obras a través de una asesoría personalizada de 30 minutos por
videoconferencia. Las mejores obras tendrán opción a pasar a la siguiente
fase:
- Editing. Trabajo de
edición sobre el texto. La intención es lograr que el propósito inicial
del autor resulte en una propuesta tan acabada y afinada como sea posible.
Como en el caso anterior, una vez editadas los autores podrán pasar a la
siguiente fase:
- Asesoramiento
personalizado. Sugerencia de estrategias, y orientaciones adecuadas para
dirigir el texto ya acabado a los sellos o agentes que mejor le convengan
(una de las cuales podría ser la publicación en Salto de Página).
DURACIÓN y HORARIO
1. Recepción y valoración de originales. Matrícula abierta. Los
escritores interesados pueden remitir ya sus originales al siguiente mail: secretaria@focuson-ailav.com Una vez recibida la obra, abonada la matrícula de esta fase y
evaluada la obra por el editor de Salto de Página, los alumnos podrán mantener
una charla de 30 minutos con Pablo Mazo para que les proporcione su informe de
lectura por videoconferencia (será por tanto mediante entrevista personal, no
por escrito, en horario a convenir entre profesor y alumno).
2. Editing. El profesor se reunirá con los alumnos cuya obra haya
superado la primera fase para orientarles en su mejora. Mantendrá dos reuniones
por videoconferencia al mes con cada alumno. La duración de esta fase, que
arrancará en febrero, es flexible, dado que depende del trabajo que requiera
cada texto, pero estimamos que la duración promedio será de un mes para las
novelas de menos de 300 páginas (algo más para las que superen ese número de
páginas). El horario de las sesiones se fijará de manera consensuada entre
profesor y alumno.
3. Asesoramiento personalizado. Una vez afinada la obra, Salto de Página
publica o, si no encaja con su línea editorial, redirecciona la novela al sello
conveniente, acompañando al autor en el proceso.
PRECIO:
1. Recepción y valoración de
originales: 75 euros.
2. Editing: 200 euros/mes.
3. Asesoramiento personalizado: 200
euros.
PROFESOR
Pablo Mazo Agüero
Santander, 1977.
Ha realizado estudios de Periodismo y Filosofía en la Universidad Complutense
de Madrid y la UNED. Es autor de diversos trabajos de investigación
relacionados con el ámbito de la comunicación, la literatura y el cine, y
actualmente es editor en Salto de Página.
+ info: Editor busca novelas
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Cristina Cerrada: “Cuando los demonios afloran, ya nada o casi nada puede pararlos”
La escritora Cristina Cerrada (Madrid, 1970) participa con
su relato Soldaditos de plomo en la
antología 666, en la que seis
escritoras españolas ofrecen su particular visión sobre lo maligno y el demonio. Doctora en
Estudios Literarios, Cerrada es directora académica de Focus On y autora de los libros Noctámbulo, IV
Premio Casa de América; Compañía, II Premio Caja Madrid; Calor de Hogar, S.A., X Premio de
Novela Ateneo Joven de Sevilla; Alianzas duraderas; La mujer calva, XIV
Premio Lengua de Trapo; Anatomía de Caín y Cenicienta en Pensilvania, XLI Premio Ciudad de Barbastro.
Sin destripar su
relato, ¿de qué demonios nos hablan sus Soldaditos de plomo?
«Todas las familias felices se parecen. Las desgraciadas lo son cada una a su manera». Así comienza Tolstói Ana Karenina. Porque, en efecto, la infelicidad cotidiana es algo apenas perceptible. Se cuela, en forma de fantasma, o alien, o demonio, se infiltra y va tomando posiciones, imperceptiblemente, hasta que tal vez ya no hay nada que se pueda hacer.
«Todas las familias felices se parecen. Las desgraciadas lo son cada una a su manera». Así comienza Tolstói Ana Karenina. Porque, en efecto, la infelicidad cotidiana es algo apenas perceptible. Se cuela, en forma de fantasma, o alien, o demonio, se infiltra y va tomando posiciones, imperceptiblemente, hasta que tal vez ya no hay nada que se pueda hacer.
Reconozco que me da
más miedo el matrimonio que retrata su cuento que el contenido de la caja que
su protagonista devuelve y la raya de luz amarilla en el suelo…
Lo que no se ve es lo que más miedo da. Lo que no se sabe. Lo que no se nombra. Esa caja contiene soldados, guerreros, podría ser la caja de Pandora. Hay que devolverla, por si acaso con ella se va lo que simboliza.
Lo que no se ve es lo que más miedo da. Lo que no se sabe. Lo que no se nombra. Esa caja contiene soldados, guerreros, podría ser la caja de Pandora. Hay que devolverla, por si acaso con ella se va lo que simboliza.
Su protagonista está siempre
atento a lo que su mujer, Miriam, opina o quiere, aparentemente pusilánime o
resignado, hasta que hacia el final del relato muestra una resolución no exenta
de violencia y, de nuevo, de duda. ¿«Miriam
tiene razón»?
Esa duda es lo que realmente se vuelve contra los dos. Él exige a Miriam que le guíe, que decida ella, al precio de ser su esclavo, un fantasma sin voluntad. Ella le exige a él que mantenga la paz, que no muestre desacuerdo o conflicto. Por eso, cuando ella no tiene la iniciativa de acabar con el problema que, según ella, él ha traído a casa, toda la agresividad de ambos se vuelve hacia el niño, lo «que han hecho» entre los dos.
Soldaditos de plomo rezuma violencia…
A menudo llamamos demonios a aquellos aspectos de nuestro carácter de los que nos avergonzamos, los que ocultamos a todos y que afloran solo en circunstancias especiales. Los demonios, así llamados, de nuestro carácter, son a menudo una forma de proyectar fuera nuestra propia ira, agresividad e intolerancia. Y es ese idílico terreno de la cotidianidad, frecuentemente, el hogar, su escenario más sagrado. Cuando los demonios afloran, ya nada (o casi nada) puede pararlos...
A menudo llamamos demonios a aquellos aspectos de nuestro carácter de los que nos avergonzamos, los que ocultamos a todos y que afloran solo en circunstancias especiales. Los demonios, así llamados, de nuestro carácter, son a menudo una forma de proyectar fuera nuestra propia ira, agresividad e intolerancia. Y es ese idílico terreno de la cotidianidad, frecuentemente, el hogar, su escenario más sagrado. Cuando los demonios afloran, ya nada (o casi nada) puede pararlos...
¿Mejor dejamos la
puerta cerrada?
La puerta siempre está, de alguna manera, cerrada. Ese ocultamiento está en el origen de lo tanático. Pero también de lo erótico. La puerta no es únicamente lo que nos mantiene alejados del horror. También es el velo, el zapato de cristal, lo que nos incita a pensar en el otro lado. En «lo otro». En el otro. Y a desearlo.
La puerta siempre está, de alguna manera, cerrada. Ese ocultamiento está en el origen de lo tanático. Pero también de lo erótico. La puerta no es únicamente lo que nos mantiene alejados del horror. También es el velo, el zapato de cristal, lo que nos incita a pensar en el otro lado. En «lo otro». En el otro. Y a desearlo.
Utiliza frases de
aliento extremadamente corto, fracturadas. Como dijo Henry James, ¿la idea y la forma son la aguja y el hilo?
Íntima e inexcusablemente. Hay textos cuyo significado es su forma. Como en la poesía. Todo texto literario, en mi opinión, es poesía, en el más amplio significado del término. Lo es etimológicamente, y lo es por tradición. Poesía era para los griegos lo que para nosotros es hoy lo literario. Más que la aguja y el hilo, verba y res, como creía Octavio Paz, son la misma cosa. Ritmo. Pulso. Respiración. Como lo es una melodía. No se puede decir que el comienzo de la quinta sinfonía de Beethoven podría «decirse» de otra manera. «Es» esa manera. «Es» lo significa. O significa lo que «es». Jajaja, un galimatías, lo sé. Como diría Mago, el personaje de Martin Scorsese, a Travis, en Taxidriver, «¿Qué quieres? No soy Bertrand Russell».
Íntima e inexcusablemente. Hay textos cuyo significado es su forma. Como en la poesía. Todo texto literario, en mi opinión, es poesía, en el más amplio significado del término. Lo es etimológicamente, y lo es por tradición. Poesía era para los griegos lo que para nosotros es hoy lo literario. Más que la aguja y el hilo, verba y res, como creía Octavio Paz, son la misma cosa. Ritmo. Pulso. Respiración. Como lo es una melodía. No se puede decir que el comienzo de la quinta sinfonía de Beethoven podría «decirse» de otra manera. «Es» esa manera. «Es» lo significa. O significa lo que «es». Jajaja, un galimatías, lo sé. Como diría Mago, el personaje de Martin Scorsese, a Travis, en Taxidriver, «¿Qué quieres? No soy Bertrand Russell».
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