Foto: Elena Blanco |
Seix Barral. 2013.
253 págs. 18,50 €. E-pub: 12,99 €
Desde que comenzó la crisis, esperamos la Gran Novela
española del crack. Algo así como Las uvas de la ira, de Steinbeck,
en versión primera década del siglo XXI, pero no llega. Lo que sí está
ya en librerías es este ensayo de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956), oportuno
y valiente, en el que el Príncipe de las Letras 2013, asentado desde hace años
en Estados Unidos, vuelve a casa para analizar cómo hemos pasado, en tan poco
tiempo, de ser el país de Jauja a ser un país en vías de subdesarrollo y
advertir que todo aquello que hace solo siete años pensamos que era sólido y
perdurable -la prosperidad, el bienestar, los derechos sociales, la sanidad
universal, el trabajo, la propia democracia- es, en realidad, tan frágil como
una delgada capa de hielo.
Pocos intelectuales de la talla de Muñoz Molina se han
arriesgado, hasta ahora, a escarbar de forma tan desinhibida en los polvos que
nos traído estos lodos. Entre ellos, “la quiebra de la legalidad, la ambición
de control político y la codicia, pero también la suspensión del espíritu
crítico inducida por el atontamiento de las complacencias colectivas, el hábito
perezoso de dar siempre la razón a los que se presentan como valedores y
redentores de lo nuestro”. La “negligencia
profesional, militancia sectaria y disposición cortesana” de los medios de
comunicación. La incompetencia política, la corrupción, los delirios de
grandeza de los cargos públicos que se creen con derecho a utilizar coches
oficiales de lujo mientras escatiman medicinas necesarias a los jubilados. La
reverencia servil hacia la iglesia católica y sus rituales. El desvarío
nacionalista. El espejismo del dinero barato y de la burbuja inmobiliaria. La
corrupción. La propensión al paroxismo de la fiesta…
Muñoz Molina arma su discurso con libertad, apoyándose en
tres patas: reflexión, notas autobiográficas, en las que su habilidad narradora
brilla especialmente, y algunos datos, en su dosis justa, sobre los años del pelotazo
y el despilfarro. Como el mismo autor explica, escribe dejándose llevar: “El
propio acto de escribir desata a la vez los argumentos y los recuerdos. La
urgencia de comprender y de intentar explicarme a mí mismo el presente me
devuelve fragmentos del pasado”. El
resultado es, pese a su aparente ausencia de método, una sistemática revisión
no solo sobre lo ocurrido, sino sobre
sus posibles soluciones. Y ahí es, sobre todo, cuando entronca con el ideario
regeneracionista al reclamar, en esencia, lo mismo que Joaquín Costa en su
famoso eslogan -“Escuela, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid”-, que
Muñoz Molina concreta en la defensa activa de esos derechos que consideramos
sólidos, aunque datan de hace no mucho más de treinta años: “Las pocas cosas
que de verdad hacen mejor la vida: el derecho a la educación pública y a la
sanidad pública; el imperio de la ley; la garantía de seguir disponiendo de una
vida decente en la vejez”.
En este ensayo razonado y razonable no hay gritos, grandilocuencias, ni llamadas a las barricadas. Hay un espejo
para que nos miremos en él, una propuesta de debate racional y una apuesta por la serena rebelión imprescindible para
salvar los muebles ahora que, roto el hielo, caminamos sobre una “incógnita llena de amenazas”.
Chapó.
o mira el video-tráiler de este ensayo de Muñoz Molina:
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