Deja en paz al diablo es uno de esos thrillers que no puedes dejar de leer hasta que llegas al final y compruebas si tus deducciones sobre la identidad del presunto asesino eran correctas o erróneas. John Verdon, un septuagenario neoyorkino procedente del mundo de la publicidad, conoce como pocos los estímulos que activan la salivación lectora, condicionada por enigmas que desafían la inteligencia aderezados con sabias dosis de acción que asimilan prácticamente nuestra respuesta con la de los perros pavlovianos.
La campanilla de la que se sirve en esta ocasión Verdon para condicionar una lectura compulsiva, al más puro estilo best-seller, suena a misterio bien construido. La tercera entrega protagonizada por Dave Gurney presenta al ex detective del departamento de Policía de Nueva York convaleciente de una herida de bala en su vieja casa de labranza a las fueras de un pueblo llamado Walnut Crossing, en los aburridos Catskills. Gurney vive “cada vez más depresivo, hostil, aislado” hasta que una vieja amiga, la periodista Connie Clarke, le pide que asesore a su hija Kim en un proyecto televisivo sobre las familias de las víctimas del Buen Pastor, un asesino en serie que mató con una Desert Eagle, un “monstruo de calibre cincuenta”, a seis personas diez años atrás. Todas ellas tenían un coche marca Mercedes de color negro, símbolo, según el Buen Pastor, de su codicia. Y Kim y Dave despiertan al “diablo enterrado” bajo este caso no resuelto, precipitándoles en una “peligrosa locura” que, sin embargo, devuelve a la vida al agriado detective.
Si aún no está salivando con semejante trama, lo hará con los personajes. Sobre todo, con el lógico, objetivo, frío y riguroso Dave Gurney. Un tipo infalible, pero con grietas que lo humanizan, como por ejemplo su temor a equivocarse o su incapacidad para manifestar sus sentimientos. Y, junto a este detective de 48 años, su hacendosa esposa, la apasionada y multicolor Madeleine, una intuitiva doctora Watson para este agudo Sherlock en versión siglo XXI, aficionado a cuestionar la teoría principal y alentar las discrepancias.
Crítica a la policía
Crítica a la policía
Aunque Verdon no pretende llamar la atención sobre aspectos sociales en sus novelas, sino explorar cómo se manifiesta el mal en la conducta humana, Deja en paz al diablo critica con dureza la estructura de los cuerpos policiales del mundo real, que “no recompensan la persecución de la verdad y la justicia”, sino resolver casos y obtener condenas. También, a la televisión basura que convierte el asesinato de un ser humano en un reality.
Construida en tercera persona con un narrador pegado al protagonista, salvo dos breves e inquietantes incursiones en el punto de vista del asesino, el autor tiende a la economía expresiva, las descripciones cinematográficas y a un abuso del diálogo como recurso fácil para encarrilar una acción absorbente y llena de interrogantes, cuya resolución encontré particularmente satisfactoria porque el asesino era uno de los dos personajes que identifiqué como posibles encarnaciones del Buen Pastor allá por la página 110. Léalo usted mismo y salive.
2 comentarios:
Leímos "Sé lo que estás pensando": muy entretenida, muy enganchante pero también muy obvia (adivinabas quién era el asesino en cuanto aparecía) y llena de clichés y situaciones de relleno.
This is gorgeous!
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