Hasta la peineta

El movimiento del 15M se estaba desinflando, pero el desalojo bestial de la plaza de Catalunya ha hecho que coja aire a palos. Flores contra porras. Asambleas contra dedazos en partidos, como el PSOE, dedicado a entronizar al sucesor en vez de afrontar un debate ideológico serio para recuperar el pulso político, en parada electoral desde el 22M. Reuniones abiertas e incluyentes frente a quienes defienden que “un moro siempre será o un moro” o anuncian ajustes de cuentas municipales, como en Sevilla, donde el PP amenaza con quitar su calle a Pilar Bardem. Sé que el sol del verano secará las acampadas, pero eso no cambiará lo fundamental: bajo las lonas de los indignados hay, por ahora, más honestidad y decencia que en los enmoquetados despachos de los políticos, empeñados en no ver ni oír lo que les grita la calle. Solo atentos a las directrices de sus partidos que son, al fin y al cabo, quienes les ponen y les quitan, en esas listas herméticamente cerradas que les blindan contra la indignación. Siendo así, aunque los indignados del 15M se marchen a casa, sigue habiendo razones sobradas para estar hasta la peineta y actuar en consecuencia.