Apuñaladas, degolladas, quemadas, tiroteadas, arrojadas por el balcón, estranguladas, atropelladas… Setenta y ocho mujeres murieron en 2010 asesinadas por sus parejas o ex parejas. Una, cada cuatro o cinco días. Una, cada 112 horas. Y esta lista vergonzante sigue creciendo. Tras los asesinatos machistas ocurridos el fin de semana pasado en Villacarrillo, Mallorca, y Campo de Criptana, ya son siete las mujeres víctimas de la violencia de género en lo que va de 2011. Más allá de leyes y de políticas públicas para la igualdad, cada feminicidio debería situarnos, a cada uno de nosotros, frente al espejo. Porque el respeto entre hombres y mujeres no se construye solo a golpe de leyes, sino también en nuestra empresa, comunidad de vecinos, familia, colegio, en la televisión... Y cada vez que algún animal mata a su mujer, todos morimos un poco porque evidencia nuestro fracaso como sociedad. Cuando oímos un comentario machista y callamos. Cuando silenciamos la violencia de un hombre, porque es nuestro hermano o nuestro hijo. Cuando oímos el terror al otro lado del tabique y no cogemos el teléfono, nos convertimos en cómplices. El silencio mata.
0 comentarios:
Publicar un comentario