Los guionistas escriben sus películas siguiendo algunas reglas de oro. Una de ellas dice que cuanto peor, mejor. Es decir, hay que poner a los personajes en la peor situación posible. Cuantos más problemas tengan, más atrapará al público. Por ejemplo: a un tío le echan del trabajo. Cuando vuelve a casa se encuentra a su mujer en la cama con otro, así que se larga dispuesto a desaparecer para siempre, pero cuando coge el coche, la policía lo para y descubre un cadáver en su maletero.
La teoría denomina a este procedimiento ‘complicaciones crecientes’ y consiste en sembrar de obstáculos el camino del personaje de forma que tenga que saltar una valla tras otra para conseguir su objetivo o cumplir sus deseos. Una técnica de película que el Gobierno Zapatero parece haberse apropiado. Primero nos colocaron frente la valla de la reforma laboral. Luego, a la de las pensiones. Ahora, parece que van a por las prestaciones que perciben los desempleados y el copago sanitario. Y seguro que la carrera de obstáculos no ha hecho más que empezar. La pregunta es: ¿Por qué siempre nos toca saltar a los mismos? Y una más: ¿Cuándo se acabará esta película?
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