jueves, 9 de febrero de 2012

La saga Flora Poste

La hija de Robert Poste/Flora Poste y los artistas
Stella Gibbons
Traducción de José C. Vales
Impedimenta. 2011
592 páginas. 39,95 €.

Impedimenta publicó en 2010 La hija de Robert Poste, el mítico long-seller de Stella Gibbons (Londres, 1902-1989), y dio en la diana. Dieciocho ediciones en apenas un año han permitido a miles de lectores divertirse con las intrigas de la metomentodo Flora Poste, una niña bien de ciudad que, huérfana, sin recursos y renuente al trabajo, decide parasitar a algún miembro de su familia. Entre todos, elige a los Starkadder y su granja, Cold Comfort Farm (título original de la novela, aparecida en 1932, en inglés). Un clan asilvestrado y violento –‹‹nos tiramos los unos a los otros a los pozos. Algunos se mueren nada más nacer. Y hay otros que se mueren por la bebida o que se vuelven locos››- en plena Inglaterra profunda. Así pues, Flora cambia la casa de una amiga viuda y rica por los ordinarios Starkadder y las fiestas de lucimiento en Londres por una granja decadente. Pero Flora tiene un plan, además de vivir a su costa: manipular su carácter y modo de vida para acomodarlos a sus propios gustos, así que se entrega a una intriga que altera definitivamente la vida de sus rurales parientes. La de Amos, un predicador fanático. Seth, el semental. Elfine, la poetisa. E incluso la de tía Ada Doom, la vieja y tirana matriarca, quien se vale del chantaje emocional para mantener a todos los Starkadder en la granja con la excusa de que de pequeña vio "algo sucio en la leñera” y su abandono podría abocarla a la locura.

Hasta aquí, nada excepcional. De hecho, la trama argumental de la novela es más bien frágil, aunque sirve bien al propósito de Gibbons que no es otro que el de vehicular una crítica mordaz contra la frivolidad y el primitivismo de la sociedad de su época. Parapetada tras el humor inglés -cáustico, disparatado y perverso, en línea con Wodehouse o Waugh-, la autora abre fuego a discreción. Contra la intransigencia religiosa, la represión sexual, los libros de sentencias, las novelas románticas de ambientación rural… Sálvese quién pueda.

Stella Gibbons (a la derecha) guarda cierto aire de familia
con Judith Anderson, la actriz que encarnó a la mala,
malísima ama de llaves de 'Rebeca' (izquierda), pero ella es,
sin duda, como escritora, buena, buenísima.
Animada por el éxito de la primera entrega, Impedimenta publicó en 2011 la segunda parte de la saga, Flora Poste y los artistas, de 1949. Flora regresa a la granja, reconvertida en centro rural de convenciones, emperifollado ‹‹como el forraje de una vaca enferma››, para colaborar en la organización de un congreso del Grupo Internacional de Intelectuales. Han transcurrido dieciséis años desde su primera visita, y no queda ningún Starkadder en Cold Comfort. Aquí, Gibbons carga, con más amargura que en la primera, contra los tres grupos que, según la teoría sansimoniana, impulsaban las vanguardias: artistas, científicos e industriales, a los que presenta como arrogantes, egocéntricos, soberbios, vacuos, excesivos...

Ambas novelas, editadas y traducidas con auténtico esmero, pueden leerse de forma independiente. Sin embargo, la editorial acaba de reunirlas en una magnífica presentación, bajo el título de La saga Flora Poste. Quinientas noventa y dos páginas de ingenio, ironía irreverente y parodia. Un auténtico lujo.

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