jueves, 23 de febrero de 2012

El frío

Marta Sanz
Caballo de Troya. Madrid, 2012
137 páginas. 12,90 €. E-pub: 8,99 €.

En un momento de esta novela, Miguel, ingresado en la habitación 27 de un sanatorio mental, rompe con el tacón una esquina del cristal de la ventana y, con un trozo de vidrio triangular, dibuja franjas geométricas sobre la luna rota. A eso suena El frío, la primera novela publicada en 1995 por Marta Sanz (Madrid, 1967), reeditada ahora por Caballo de Troya. A cristal rajado. Chirrido escalofriante. Puro espeluzno. Como la sensación que evoca la ducha del loco Miguel en el psiquiátrico: “un chorro casi helado que, a veces, se entibia un poco para volver a ser como la barra de acero que apalea la espalda. Baños sin niebla, sin vapores de líquidos calientes”. Y es que esta novela habla del “amor que surgió el frío”. Es decir, del desamor narrado desde la enfermedad y la locura. Sin edulcorantes. Gélido como la luz del tubo de neón, sobre un techo irregular y agrietado, que ilustra la portada. Un fluorescente con aspecto de cerilla invertida, con el fósforo ennegrecido y la varilla iluminada. Lástima que aún editen los libros sin efectos especiales y que al abrirla las hojas escarchadas de esta novela no desprendan el hálito helado de la expiración bajo cero. Hubiera sido perfecto.

El frío narra el viaje que emprende la protagonista para encontrarse con Miguel durante un puente del día de difuntos. Un viaje al vacío del abandono y la consiguiente huida hacia el rencor, en el que la historia avanza apoyándose en dos voces. Por un lado, el monólogo en primera persona de ella, que evoca la musicalidad poética de un bolero, con frases que suenan a versos y párrafos como estrofas. Por otro, la tercera persona que narra, de forma más objetiva y racional, la vida de Miguel, el presunto perturbado, en el psiquiátrico.

Sanz reconoce que este texto inaugural tiene notas autobiográficas y que la escribió desde el despecho y las ganas de vengarse.
Por eso se vincula especialmente con otros dos libros en los que la autora apostó por la transmisión de emociones. Algo, reconoce, que cada vez le da más miedo. Se trata de la novela autobiográfica La lección de anatomía y el poemario Perra mentirosa/Hardcore. Nada que ver, o casi nada, porque siempre hay un hilo del que tirar, con el detective Zarco de Black, black, black y de Un buen detective no se casa jamás.

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