Españoles en el mundo, Andaluces por el Mundo, Madrileños por el mundo, Callejeros viajeros… ¿Se han fijado en la cantidad de programas de televisión que últimamente nos muestran cómo viven los españoles en el extranjero? No sé si la tendencia obedece solo a una cuestión de audiencia y costes. Son programas low cost y atractivos, cierto, pero esta fiebre viajera resulta extraña. A los españoles nos gusta trabajar en nuestro pueblo o ciudad, que la oficina quede a un tiro de piedra de casa y que los abuelos vivan cerca, para que recojan a los niños del cole. Frente al spanish way of life –trabajo, caña, niños, tele, cama-, los trabajadores por el mundo hacen surf en playas paradisiacas. Viven en pisos de trescientos metros cuadrados, junto a hermosos parques urbanos. Ganan sueldos nórdicos. Se alimentan con comida orgánica. Tienen niños bilingües. Trabajan en oficinas con mesas de ping-pong… Parados, subempleados, mayores de cincuenta años, ¿qué hacéis aquí? Si os vais, saldréis en la tele, daréis clases de español y vuestra familia, en el pueblo, verá vuestro impresionante todoterreno… Quizá haya que hacerlo, pero por favor, sin empujar.
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