domingo, 16 de enero de 2011

'Contra la indiferencia': Alfilerazos contra el letargo

Contra la indiferencia
Josep Ramoneda
Galaxia Gutemberg. Barcelona. 2010
195 páginas. 17 euros

Las democracias occidentales se encaminan hacia el totalitarismo de la indiferencia, entendida como la “renuncia a la curiosidad, a la elección y a la pasión, que son tres fundamentos de la libertad”. Atrapados en el espejismo del consumo, los ciudadanos ya no buscan. Prefieren la comodidad de seguir las pautas convencionales al ejercicio de escoger. El resultado es el triunfo del yo sobre el nosotros, que es el que conquista derechos y combate los recortes de libertades. La victoria del individualismo, alimentado desde mediados de los ochenta por la revolución conservadora, sobre la democracia. De la mercantilización absoluta de la sociedad y de esa cultura del miedo que, alimentada desde el poder político, garantiza el control social porque nos mantiene rehenes de las verdades oficiales y de la amenazas.
 
Esta es la tesis principal que sustenta el filósofo Josep Ramoneda (Cervera, 1949) en su ensayo Contra la indiferencia que, como él mismo sugiere, tiene algo de manifiesto. Se trata de una declaración voluntarista que incita a la acción. ¿Por qué ahora? Porque quizá “la crisis ofrezca una oportunidad”. Porque se impone una reacción contra la escandalosa impunidad de quienes la han provocado. Porque, salvo que el virus de la indiferencia haya aniquilado ya por completo la capacidad de reacción social, la indignación ciudadana ante lo que está ocurriendo puede traducirse en proyectos políticos que restituyan la tensión necesaria entre democracia y capitalismo. Porque “solo convirtiendo la irritación en indignación y ésta en política podría romperse la espiral de la indiferencia”, mantiene Ramoneda, cuya obra sintoniza con la demanda de otros intelectuales europeos, como Stéphane Hessel y su Indignez vous!, récord de ventas en Francia.

Foto: Joan Borrás/Círculo de Lectores
Si, como explicó Montaigne, el ensayo es una forma peculiar de expresar la experiencia por escrito que implica a su autor hasta lo más profundo, en Contra la indiferencia Ramoneda se pinta a sí mismo porque no un ensayo al uso. Construye, con fracciones formalmente muy diferentes -conferencias, aforismos, un Diccionario del malestar de la cultura y un epílogo de tono panfletario- un mosaico provocador, congruente y oportuno de reflexiones concebidas como alfilerazos contra el letargo general.

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