jueves, 23 de diciembre de 2010

Consumidores activos

Somos lo que compramos. Esa la idea que mueve esta sociedad mercantilizada, aunque discrepo. Conozco a neandertales que compran en tiendas de delicatessen para aparentar lo que no son y a señoras que los son de los pies a la cabeza, aunque la pensión les obligue a buscar ofertas en el Dia. Particularmente, me niego a aceptar la trampa conceptual de este sistema, según la cual el consumo construye nuestra identidad. La educación, la clase o la cultura no se compran. Solo su apariencia y a veces, ni eso. Decía Reinhart Koselleck que la existencia de una decisión pendiente pertenece a la esencia de la crisis. Quizá esta crisis debería contribuir a que adoptáramos, por fin, la decisión de dejar de ser consumidores pasivos, jadeantes como el perro de Paulov ante la publicidad que promete barnizar nuestra esencia. Quizá esta sea la oportunidad de que nos convirtamos en consumidores activos, preocupados por cómo se ha producido lo que compramos. Por ejemplo, si se han pagado salarios dignos o se ha hecho de forma respetuosa con el medio ambiente. Quizá sea el momento de que Papa Noel y los Reyes Magos vengan cargados de regalos de Comercio Justo.

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