334 páginas. 18,90 €.
Frente al pesimismo económico, optimismo científico. No es casualidad que en estos tiempos de primas al borde de un ataque de riesgo y paro galopante los divulgadores científicos coincidan en su llamamiento para que salgamos de la depresión social y nos embarquemos en un viaje mental hacia el optimismo justificado por las innovaciones en ciernes. Primero lo propuso el polifacético Mark Stevenson en Un viaje optimista por el futuro. Recorrió cien mil kilómetros por cuatro continentes para hablar con inventores, gurús, locos, profetas o genios -según quién hable de ellos- y realizar no tanto un “retrato con posado” de la revolución técnico-científica que se avecina, sino “una instantánea borrosa de un mundo que innova rápidamente”. Y hace solo unos días el tecno-optimista Eduardo Punset ha llegado a las librerías con un libro de similares propósitos, titulado Viaje al optimismo. Las claves del futuro. Ambos buscan, de un modo otro, conversos a la nueva religión, la ciencia, cuyos milagros (genéticos, nanotecnológicos, robóticos), empequeñecen la multiplicación de los panes y los peces y otros prodigios divinos.
Mark Stevenson. Foto: Amaya Aznar |
Sin embargo, Stevenson no es la versión siglo XXI del doctor Pangloss que Voltaire dibujó en Cándido para parodiar a Leibniz. Pese a su contagioso optimismo sobre la revolución info, bio y nanotecnológica en marcha, y los cambios que comportarán en nuestra forma de vivir, trabajar y disfrutar, el autor arroja dudas sobre se viviremos en el mejor de los mundos posibles. Porque es probable que terminemos diseñando y criando un mosquito que inmunice contra la malaria en lugar de propagarla, pero también que suframos “un bioataque letal, haciéndonos sufrir un 11-S de la biología sintética”.
Muy recomendable para curiosos y abrumados económicos que necesiten respiraderos.
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