lunes, 8 de septiembre de 2014

Esther García Llovet: “Debajo de tanta mala baba y tanto cabreo somos buena gente”


Esther García Llovet nació en Málaga en 1963 y vive en Madrid desde 1970, donde estudió Psicología Clínica y Dirección de Cine. Ha publicado Coda (Lengua de Trapo 2003), Submáquina (Salto de Página 2009), Las crudas (Ediciones del Viento 2009) y Mamut (Malpaso 2014) y colaborado en los magazines El Asombrario y Microrrevista. La antología demoniaca 666, recién publicada por Suburbano Ediciones, incluye un relato suyo, Un buen día lo tiene cualquiera, en el que García Llovet nos habla del demonio de la caridad mal entendida.

¿A qué demonios se enfrentan los personajes de la pequeña colmena del bar El Quinto Gallego?
Se enfrentan al demonio de la caridad mal entendida, mal entendida por Candy, claro. Creo que hay algo peligroso o manipulador cuando hacemos un favor que nadie nos ha pedido, que hay una forma de moral que confunde las necesidades propias con las ajenas, cierta condescendencia que puede hacer más daño que otra cosa. Los amigos no hacen eso, está claro. Un amigo sabe siempre cuándo tiene que quitarse de en medio.

¿Estamos ante un infierno helado de estrecheces económicas?
Estamos ante una crisis que está sacando lo mejor y lo peor de cada uno . En las situaciones así es cuando  no nos queda otra que ver quién somos cuando todo se pone feo.

Su relato es muy castizo, muy madrileño, pero habla del demonio de la crisis que es global. ¿Por qué se desarrolla en Madrid?
Porque todos los fines de semana desayuno en El Quinto Gallego, en mi barrio de Begoña, que es tal cual lo he descrito, lleno de pensionistas y parados jugando a la tragaperras.

Un buen día lo tiene cualquiera está cargado de humor e ironía. ¿Será que hay que mantener el tipo hasta en el infierno?
El humor nos salva hasta del paraíso.

Es un cuento muy garcíallovetiano, en las antípodas de lo obvio… ¿Cómo se construye una voz narrativa tan personal como la suya?
Eh. Ni idea.

Tengo la sensación de que actualiza usted viejos motivos de la tradición literaria española, como la novela picaresca y su moral de la supervivencia, o el realismo crítico, ¿me equivoco?

No escribo realismo crítico, al menos no voluntariamente. He querido hacer un homenaje a mi barrio, a la amistad y algo muy español, que es ese tremendismo del que salimos siempre de una forma algo disparatada. Creo que debajo de tanta mala baba y tanto cabreo –independientemente de la crisis- somos buena gente. Dramáticos, pesimistas, un poco rusos en eso. Pero los mejores amigos de nuestros amigos. No me cabe duda.

0 comentarios: