martes, 31 de julio de 2012

Flores en las grietas. Autobiografía y literatura

Traducción de Marco Aurelio Galmarini
Anagrama. Barcelona, 2012
224 páginas. 17,90 €.

Quien no conozca la narrativa de Richard Ford (1944, Jackson, Mississippi) leerá, quizá, Flores en las grietas con cierta distancia. Sin embargo, quienes lo admiren por lo que es -uno de los mejores escritores estadounidenses y un antólogo prodigioso-, considerarán este libro de reflexiones sobre la literatura y la vida como un volumen indispensable para completar el canon fordiano, aunque las cosas como son: la obra de los grandes narradores suele desmerecer sus consideraciones sobre el germen de la literatura y sus inmersiones en la memoria personal porque, en su caso, la realidad casi nunca supera a la ficción. Y eso es lo que sucede con estas Flores en las grietas de Ford.  

Por muy interesante que resulte su recuerdo compartido de un instante de felicidad con su padre, su etapa de convivencia en un hotel con su abuelo cuando era solo un adolescente o, ya en un plano literario, sus agudas reflexiones sobre el sentido de la escritura, su aproximación a Chéjov como padre de la cuentística contemporánea o su apasionante retrato de su amigo Raymond Carver, son prescindibles para aquellos que aún no han tenido la oportunidad de leer, por ejemplo, la trilogía protagonizada por Frank Bascombe -El periodista deportivo, El Día de la Independencia y Acción de Gracias-, sus libros de relatos –Rock Spring- y volúmenes como su Antología del cuento norteamericano que, junto a la Biblia,  es lectura obligada para todos los amantes de los relatos buenos de verdad.

Flores que huelen a gloria

® Robert Yager

Aun así, y pese a que a este ramo compuesto a sugerencia del editor Jorge Herralde le faltan algunas flores particularmente hermosas, como el prólogo de la ya citada antología, Flores en las grietas es mucho más que uno de esos centros, meramente decorativos, al que recurren muchos escritores, en un momento dado de su trayectoria, para explicar su oficio porque, a diferencia de éstos, la obra de Ford contiene reflexiones que, por su clarividencia, huelen a gloria. Solo dos ejemplos:
  • Uno: “… los verdaderos dueños del poder preferirían que poseyerais y utilizarais un Mac-10 antes que El guardián entre el centeno.
  • Y dos: “…quiero sentirme libre para escribir lo que crea que puedo escribir bien, sea lo que fuere. Quiero que mis historias, si es posible, afecten a los lectores como la gran literatura me ha afectado a mí, es decir, que sea el hacha para el mar congelado que está dentro de nosotros, que sea, como escribió Dürrenmatt, una rebelión contra la muerte”. Puro color literario en mitad de la grisura asfáltica que nos rodea.


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