jueves, 30 de junio de 2011

Frivolidad estival

Pensaba dedicar esta columna al debate sobre el estado de la nación, pero el calor me ha licuado las neuronas y no estoy para los “esfuerzos colectivos” que demanda Zapatero, ni para valorar el adelanto electoral que pide Rajoy. A cuarenta grados, hasta las ideas me caminan pegadas a la pared, buscando la sombra. Estoy harta de la temperatura económica, política y social, que nos mantiene asfixiados a todos. Más que con adelantos electorales, sueño con vacaciones anticipadas. Zapatero pide que seamos "más competitivos, más innovadores, más flexibles y más eficientes” y yo solo pienso en cómo me las apañaré para ser la primera en colocar la toalla en mi playa preferida,  en renovar mi bikini, en la flexibilidad de las gambas del chiringuito y en la eficiencia de mi abanico. Lo reconozco. Tengo un ataque de frivolidad estival que me impide pensar en el euro, en la crisis, en Libia o en el rescate griego. No puedo. Mi termostato interior me impide semejante sobreesfuerzo.  Solo me da para encender el ventilador y dejarme vencer por una siesta sin crisis, paro, ni ejecuciones hipotecarias. Que me despierten cuando la pesadilla haya pasado.

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