domingo, 10 de abril de 2011

Caligrafía de los sueños

Caligrafía de los sueños
Juan Marsé
Lumen. Barcelona, 2011
436 páginas. 22,90 euros

Hace más de sesenta años, cuando Juan Marsé tenía apenas quince, vio pasar por su barrio barcelonés a una mujer con su hija, más bien fea, camino del baile de los domingos, para buscarle novio a la chica. De esa imagen en blanco y negro nace la historia de desamor que narra, con prosa artesana, en Caligrafía de los sueños, su última novela. En ella, recrea, coloreada, a esa mujer de su memoria que transmuta en Vicky Mir, una cuarentona ajamonada, sanadora de profesión, que abre el relato intentando consumar un suicidio imposible. Conturbada por la ruptura con su amante, el ex futbolista cojo Abel Alonso, la señora Mir se echa sobre las vías truncas de un tranvía que no funciona desde hace años y que, por tanto, “vienen del ayer abolido y van a ninguna parte”. A partir de ese momento, Vicky esperará obsesivamente una carta que el amante prometió escribirle, aferrada a sus sueños de reconciliación y felicidad en un barrio miserable de la Barcelona de la posguerra. “El culo del mundo”, habitado por la amargura y la tristeza de los perdedores, habituales en la obra de Marsé, que mantiene en esta novela todas sus constantes literarias.

La historia de la señora Mir nos llega a través de la mirada de un chaval de quince años que, como Vicky, vive en conflicto con la realidad y aferrado a la ilusión. Un adolescente artista que debe renunciar a sus clases de piano porque sus padres son pobres, pero que persiste en su ilusión de convertirse en un aclamado concertista aun cuando pierde un dedo en la joyería donde trabaja como aprendiz. Un chico, de biografía semejante a la de Marsé, que se llama Domingo, pero al que de pequeño de quitaron el do y se quedó en Mingo. “Nombre mutilado, como mi dedo”, dice el chaval, que elige renombrarse como Ringo, un nombre de película, para huir de la “ciudad ratonera” y refugiarse en el mundo alternativo que se forja con la lectura y con la escritura.

Ringo y Vicky Mir son, como el Pijoaparte de Últimas tardes con Teresa o el Java de Si te dicen que caí, personajes que sobreviven contándose historias. O que buscan lo que perdieron y quieren recuperar. Como el dedo amputado de Ringo, que le duele aunque ya no está porque “duele aquello que no tenemos”. La pregunta es, como escribe con Ringo en su cuaderno secreto, “¿adónde van a parar los dedos muertos de los pianistas?”. ¿Adónde, la ilusiones incumplidas, torcidas o muertas?

Hojear este libro

1 comentarios:

Armenteros dijo...

El libro promete. Has despertado mi interés por leerlo, más siendo Marsé, uno de mis escritores favoritos.